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02/09/2022
Aunque el café se conoce en todo el mundo, las recetas cambian mucho según en qué parte del globo se han creado.
Hemos visto recientemente el café con sal, muy popular en Taiwán, y pronto hablaremos del café con mantequilla que, aunque se ha popularizado en Estados Unidos al formar parte de la dieta Keto, lo cierto es que su origen se encuentra en Asia.
Mientras tanto, en Europa, somos más clásicos con las recetas, y solemos usar leche o derivados, como el helado o la nata, y por supuesto, también tenemos afición a mezclarlo con licores.
Hoy nos vamos a centrar en un café clásico donde los haya, nacido en Austria allá por el siglo XVII, hablamos del famosísimo Wiener Melange, más conocido por aquí como Café Vienés.
Muchas veces confundido con otros cafés como el cappuccino, lo que busca el café vienés es lo mismo: Poder disfrutar del aroma e intensidad de un espresso, pero rebajando y suavizando su sabor con otros ingredientes.
Por eso, vamos a ver la historia de este café que ya tiene más de 300 años, pero sigue estando en todas las cartas de cualquier cafetería que se precie.
Cuando hablamos de cafés, o recetas en general con tantos años, lo cierto es que sus orígenes siempre son inciertos, y en este caso, el origen del café vienés se oculta entre historias y leyendas, propiciado por ser esta ciudad, la manera en la que el café llegaba a gran parte de Europa por aquellos tiempos.
Por aquel entonces, hacia finales del siglo XVII, se produce la Gran Guerra Turca, en la cual el ejército cristiano dirigido por el rey de Polonia, Juan III Sobieski, lucha contra el ejército turco, que por aquel entonces comandaba el gran visir del imperio otomano, Kara Mustafá.
Viena estaba completamente rodeada, y cuando todo parecía perdido, la guerra da un vuelco inesperado. Soldados del sur de Alemania deciden apoyar al bando liderado por Juan III, y gracias a ellos, consiguieron ganar la batalla de Kahlenberg, tras lo cual, Viena es liberada.
Durante su retirada, el ejército turco no podía llevarse todas sus pertenencias, por lo que muchos objetos de valor se quedaron a lo largo de toda la ciudad, provisiones, armas, y lo más interesante, sacos de café.
Las tropas turcas utilizaban el café como apoyo para vencer al cansancio y el sueño, lo que les permitía estar más atentos durante las guardias nocturnas, y en general, más activos durante los combates.
Y dado que, en aquella época, el café aun no era un producto tan extendido por Europa, lo cierto es que era un producto extraño y desconocido para los Vieneses, pero al que pronto le cogerían el gusto.
Al tratarse de un nuevo ingrediente, desconocido para gran parte de la población, entender cómo funciona y como debe prepararse era todo un reto, y es por esto que Juan III Sobieski le otorga la tarea a Jerzy Franciszek Kulczycky.
Este hombre era un oficial del ejército que hacía a su vez de traductor, mensajero del imperio y además, hombre de negocios, todo en uno. Gracias a estas características, Jerzy ya había tratado con los turcos, y les había visto preparar el café, y con estos conocimientos, y el café que consiguieron del ejército rival, abre la primera cafetería de Viena, Zur blauen flasche.
Debido al intenso sabor del café, muchos de los clientes que pasaban a probarlo, no terminaban de encajar su amargor, con lo que nuestro amigo comenzó a experimentar y mezclar el café con diversos ingredientes, para intentar suavizar el sabor y así satisfacer a su clientela.
De entre estos experimentos, surge la idea de agregar azúcar y leche u otro lácteo al café, y es de esta manera que nace el a día de hoy famosísimo café vienés.
Ya vemos que realmente se trata de un café sencillo, al menos en su receta original, pero vamos a ver que se necesita para prepararlo, además de, por supuesto, el mejor café que podamos conseguir. Es importante conseguir un café con cuerpo y que sea cremoso, por lo que lo mejor es que consigas un café 100% arábica.
Para esta receta, es muy importante seguir correctamente los pasos en el orden indicado, ya que esto va a afectar al resultado final. Según la receta original, se prepararía así:
Recuerda que, a la hora de degustarlo, este café no se mezcla ni se remueve, la idea es tomarlo y que la nata, el café y el cacao se mezclen en nuestra boca, consiguiendo el juego de texturas y sabores que han hecho tan famoso este café.
Si quieres imitar a las grandes cafeterías vienesas, recuerda acompañar de un vaso de agua este delicioso café, pues durante el siglo XX se solía refrescar el paladar entre trago y trago.
Tras ver la receta original, puede que pienses que en alguna cafetería no te lo han servido así, y bueno, esto es algo habitual en recetas con tanta antigüedad, pues hay variantes y evoluciones por todos lados, vamos a ver algunas:
Si hay algo que destaque de Viena, es la belleza de sus paisajes y edificaciones, y las cafeterías de esta hermosa ciudad están llenas de arte, cultura y tradición. Es por eso que, si decides viajar y hacer turismo por Austria, vamos a recomendar algunas de las cafeterías más famosas y con más tradición, para que puedas degustar un verdadero café vienes.
Se trata de uno de las cafeterías más antiguas de esta ciudad, y entre los visitantes más famosos que han tenido a bien degustar un café en sus mesas, se encuentran Mozart y Beethoven, con lo que puedes imaginar la de años que lleva abierta. Ambos artistas participaron en veladas musicales que se organizaban en esta amplia y hermosa cafetería.
Otra cafetería que goza de gran longevidad, pues lleva abierta desde 1873, y por supuesto, también ha tenido clientela de renombre. Sigmund Freud, Gustav Mahler o Feliz Salten son algunos de las personalidades de renombre que han parado a degustar un café y un schnitzel en este local.
El schnitzel es un dulce típico local, por lo que, si vistas esta cafetería, puedes tomarte un café vienés acompañado de este postre, para tachar de tu lista las cosas típicas que hacer. Eso sí, como local de renombre, ten en cuenta que va a ser bastante turístico, así que vete con tiempo.
Al igual que el anterior, es posible que tengas que hacer una enorme cola para entrar en este local ubicado muy cerca de la Michaelerplatz, y que sigue ahí desde 1876.
Es cierto que tendrás que hacer cola, pero si te gusta la arquitectura, merecerá la pena, pues es fácil afirmar que es quizá, la cafetería más hermosa de Viena, con sus columnas y bóvedas, que lo hacen destacar entre el resto. Y por supuesto, no está exento de personalidades, pues Karl Kraus, Adolf Loos o Stefan Zweig se pasaban por este hermoso local.
Es quizá uno de los locales más conocidos del mundo, no solo por su café, sino porque además preparan aquí la verdadera tarta Sacher, de hecho, de esta cafetería toma su nombre.
Este hermoso café lleva abierto desde 1832, y se encuentra en la planta baja de un histórico hotel de 5 estrellas, pero ya te avisamos, que seguramente te tocará hacer cola para poder entrar y tomar un aromático café en sus enormes salones, pero es sin duda, un lugar digno de visitar.
La cultura del café puede surgir de muchas maneras, pero una vez se planta su semilla, esta crece rápidamente, como se puede apreciar en esta hermosa ciudad austríaca.
Una vez descubierta esta deliciosa bebida, rápidamente la implementaron en sus vidas, ya sea sola o suavizándola con leche, y es quizá, el ejemplo perfecto de la pasión que podemos llegar a sentir por el café.
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