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30/08/2022
Cuando hablamos de recetas de café, los ingredientes más habituales que se nos vienen a la cabeza suelen ser los lácteos.
Ya sea helado, como en el affogato o en el azteca, nata como en el café irlandés, o leche, como en muchas recetas, véase el cappuccino o el café con leche.
No podemos olvidarnos de los licores, que también combinan con el café de manera genial, como es el caso del carajillo, o de nuevo, el irlandés. Sin embargo, si solo podemos escoger uno, lo cierto es que la leche es el más básico.
Y no solo por la leche en sí, para muchas recetas de café, lo que realmente queremos de la leche es la espuma, cremosa y sedosa, coronando nuestra bebida.
Al final, de una manera o de otra, la leche tiene un montón de usos a la hora de preparar café, y hoy vamos a ver uno de esos cafés en los que las proporciones pueden cambiar la receta, como era el caso del espresso, lungo y ristretto.
Hoy veremos en profundidad el café latte, y veremos las diferencias que tiene con el café con leche y con el cappuccino, pues mucha gente tiende a confundirlos o creer que son iguales, pero nada más lejos de la realidad.
Puede que esta nomenclatura italiana suene muy rimbombante, incluso puede sonar a una preparación muy elaborada, pero al final, se trata de una bebida sencilla, compuesta tan solo por café espresso y leche al vapor.
Como ya venía anunciando, la diferencia principal con otros cafés que llevan leche, está en las proporciones. En el caso del café latte, hablamos de una bebida compuesta por 1/3 de café espresso, 2/3 de leche calentada al vapor, y una pequeña capa de espuma de leche para decorar la superficie.
Ya ves que se trata de una bebida sencilla, y es gracias a esto, que puede variar en multitud de recetas, ya que es muy fácil de combinar con otros ingredientes como siropes, convirtiéndola en un café muy versátil.
Si nos quedamos con su versión tradicional, podemos disfrutar de un café espresso suavizado por la leche, con textura cremosa y suave, que reducen en parte el amargor y la acidez propia de este café, pero manteniendo su delicioso aroma.
Lo cierto es que hablamos de un café difícil de ubicar en el tiempo, ya que el café y la leche llevan mezclándose desde el siglo XVII, y posiblemente incluso antes, y desde esos años, la receta ha ido evolucionando y modificándose a diversos gustos.
Por ejemplo, se conocen registros del mítico café cappuccino que datan del siglo XVI, en Austria, que hablaban de una bebida a base de café, crema, azúcar y especias, a la que se referían como Kapuziner.
Pero ya mencionamos que el cappuccino y el latte, aunque parten de ingredientes similares, no son lo mismo, y si hablamos estrictamente de café latte, podemos encontrar una publicación en Italian Journeys, de 1867, y por esta razón se considera un café italiano.
Aunque a pesar de tener su origen en Italia, es de conocimiento general el hecho de que se trata de un café que los estadounidenses han popularizado, dando lugar a muchas recetas que parten de esta fórmula.
De hecho, es tan común que, en Estados Unidos, solo debes decir “latte” para que te sirvan este café, y no será el primero ni el último que se ha llevado un chasco al pedir un “latte” en Italia y que tan solo le sirvan un vaso de leche, pues es literalmente lo que significa esta palabra.
A pesar de que también se trata de dos recetas que utilizan los mismos ingredientes, las proporciones y la manera de prepararlo cambia entre ambos cafés, como veremos a continuación.
En el caso del café con leche, hablamos de que la diferencia está en el café, pues se trata de un café con más proporción de agua, elaborado en cafeteras de goteo o filtrado, y no usando un espresso.
Cuando pides un café con leche en una cafetería, realmente te sirven un café latte, pero con un poco menos de leche de lo que debería, ya que suelen servirlo con un café espresso doble.
A parte de esto, el café con leche suele servirse con una mayor cantidad de espuma de leche, sin llegar al punto de un cappuccino, y por supuesto, siempre se puede pedir sin espuma, eso ya es según el gusto.
En cualquier caso, este tipo de café es de los más consumidos en España, ya que el sabor del espresso mantiene su fuerza a pesar de estar suavizado gracias a la leche y a la espuma.
Hablamos de un café en el que las proporciones son a partes iguales, leche vaporizada y café filtrado en la misma medida.
Es tan sencillo como preparar el café en tu cafetera de goteo, chemex o prensa francesa, y tras servirlo en tu taza, añadir la leche vaporizada con un espumador o vaporizador.
Ciertos expertos coinciden en que este tipo de café mantiene un sabor más fuerte que en el cappuccino, ya que, gracias al tipo de preparación, la leche y el café se combinan de una manera perfecta.
Pero bueno, esto siempre va a depender de los gustos, ya que otros tantos expertos afirman lo contrario, que el cappuccino es la mejor combinación para el café con leche… Lo mejor es que uses tu propio criterio y decidas por tu cuenta que combinación de sabores te resulta más agradable.
Ya que en ambas preparaciones se usa el café espresso, estamos ante unas recetas con muchas similitudes, pero no iguales. Las proporciones de café, leche y espuma cambian, y como resultado, la intensidad y fuerza del sabor también son diferentes.
En el caso del cappuccino, hablamos de un café espresso combinado con leche vaporizada y en la misma proporción, espuma de leche, todo servido en una taza ligeramente más pequeña que la del café latte.
Y el tamaño de dicha taza tiene bastante importancia, ya que proporciona el equilibrio adecuado de café espresso, leche y espuma.
En el caso de la espuma de leche del cappuccino, puede ser tanto seca como aterciopelada, esto depende principalmente del tipo de burbujas que se consigan durante la vaporización.
Así como en el café con leche se busca siempre que sea aterciopelado, es decir, con burbujas pequeñas para crear una capa cremosa, en este caso se pueden buscar burbujas más grandes para conseguir más volumen de leche, consiguiendo una espuma que, aun siendo cremosa, es algo más seca.
Por supuesto, el sabor de este café es muy intenso, ya que realmente no lleva tanta leche que diluya el espresso, aunque la textura si se ve suavizada gracias a la espuma.
Para empezar, en nuestra taza, serviremos 1/3 de leche calentada mediante un vaporizador, tras lo cual, serviremos nuestro café espresso, sobre el que añadiremos con una cuchara, la famosa espuma de leche.
De esta manera, conseguirás recrear las capas que dividen esta famosa receta, y que conjugan en la boca creando una textura completamente única, y un sabor característico.
Puede que suene un poco complicado, pero una vez lo prepares un par de veces, verás que es muy sencillo, y el resultado es increíble.
Mucha gente, sobretodo en cafeterías, simplifica el proceso, poniendo primero el café, y luego la leche vaporizada y la espuma al mismo tiempo, cosa que sin duda reduce el trabajo de esta elaboración, pero pierde un poco la magia.
Otro aspecto a tener en cuenta, es que el cappuccino, en su receta tradicional, no lleva nada más. Ni cacao, ni canela, ni nada de nada por encima, como es posible que hayas visto en muchos locales. No es que combinen mal, de hecho, incluso puede que te guste más así, pero está bien saber que la receta original es como es.
Ahora sí, tras conocer bien todas las diferencias con los cafés similares, es el momento de ver la receta del latte, que ya verás que se trata de una receta muy sencilla y deliciosa. Vamos a ver lo que necesitaremos.
Como venimos diciendo, esta receta requiere un café espresso, ya que con otro tipo de café sería más bien un café con leche, por eso, las cafeteras más recomendables son:
Aparte de la cafetera, vamos a necesitar alguna cosa más, sobre todo si no tenemos una máquina exprés:
Es una receta sencilla, pero si quieres hacerla de manera exquisita, usando granos frescos en vez de café molido, conseguirás una bebida aún más exquisita:
Ya ves que se trata de una receta muy sencilla de preparar, y realmente deliciosa, con todo el sabor de un espresso, pero suavizando esos matices ácidos y amargos, y acompañando el cuerpo del café con esa cremosidad que aporta la leche.
Aunque sea poca, lo cierto es que el toque de espuma de leche le aporta vida, por lo que es importante conseguirla. Si no quieres tener que comprar un espumador de leche, siempre puedes ojear este artículo para descubrir distintas formas de conseguir espuma de leche sin herramientas externas.
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